El escenario es un espacio sagrado para los creadores, un refugio donde tanto el público como los actores encuentran consuelo lejos de la rutina diaria. Cuando las luces se atenúan, nos sumergimos en un nuevo mundo, aunque sea solo por un breve instante. Sin embargo, el espectáculo que cobra vida puede transformarse en una poderosa oportunidad de introspección, un momento en el que buscamos vernos reflejados sobre las tablas. Casting Lear nos invita a un espacio de reflexión y vulnerabilidad catártica. Su creadora, Andrea Jiménez, desnuda fragmentos de su propia vida en escena, tejiendo una obra que fusiona la ficción de Shakespeare con una realidad conmovedora.

En cada función, un actor diferente es elegido para interpretar el papel del rey Lear, sin tener la menor idea de lo que está por suceder

Un elemento clave que convierte esta obra en algo excepcional es, sin duda, el factor sorpresa. En cada función, un actor diferente es elegido para interpretar el papel del Rey Lear, sin tener la menor idea de lo que está por suceder. En esta ocasión, el desafío fue asumido por un actor Alicantino llamado Fele Pastor, quien, al entregarse por completo a la experiencia, brindó una interpretación cautivadora a todos los presentes. Su única guía son las instrucciones que recibe en el momento por tanto la creadora como por Juan Paños, quien se encarga de transferir el guión al actor invitado a través de un pinganillo. En fin, nada se deja a la imaginación, el intérprete comparte con el público la misma incertidumbre; ninguno sabe qué va a ocurrir ni hacia dónde nos llevará la historia.

La tragedia clásica escrita por Shakespeare se convierte en un vehículo para que la autoficción cobre vida en Casting Lear. La directora traza paralelismos claros entre su vida y la de Lear y Cordelia. Entre los instantes en los que la creadora se dirige directamente al público, sobresale aquel en el que Andrea Jiménez manifiesta su descontento con ciertos aspectos del texto original, en particular con la representación de Cordelia como una joven que perdona con excesiva facilidad a su padre. Estas intervenciones añaden un nivel de dinamismo, evidenciando que, a medida que el mundo evoluciona, nuestras interpretaciones y perspectivas cambian con él, recordándonos que incluso Shakespeare no está exento de ser cuestionado.

Al prescindir de artificios visuales, Casting Lear resalta la fuerza de las emociones y las ideas, otorgando al texto un protagonismo absoluto.

La escenografía, diseñada por Judit Colomer, es sencilla pero efectiva, compuesta por una plataforma elevada y una pantalla que indica en qué sección de la obra original nos encontramos. Esta elección parece deliberada: la naturaleza despojada del escenario obliga al espectador a centrar toda su atención en la acción que ocurre sobre el escenario, creando una conexión íntima y sin distracciones. El vestuario, diseñado por Inés Narváez y Amaya Galeote, sigue esta misma línea minimalista, reforzando el carácter crudo de la representación. Al prescindir de artificios visuales, Casting Lear resalta la fuerza de las emociones y las ideas, otorgando al texto un protagonismo absoluto.

La obra reflexiona acerca de las figuras paternas, las consecuencias de seguir el corazón y el papel vital que el teatro continúa desempeñando en la sociedad contemporánea. Nos invita a preguntarnos si el teatro puede realmente sanar las heridas del pasado, aunque la respuesta no sea clara. Sin embargo, lo que sí es innegable es que este mundo está lleno de cordelias, muchas de ellas presentes la noche de esta función, y quizás, al terminar los aplausos, una pequeña parte de ellas encontró algo de alivio.

Reparto: Andrea Jiménez , Juan Paños y Fele Pastor (actor invitado para esa noche)
Dramaturgia: Andrea Jiménez y Olga Iglesias
Escenografía e Iluminación: Judit Colomer
Ayudante de Dirección: Óscar Martinez-Gil
Diseño de vestuario: Inés Narváez y Amaya Galeote
Producción: Barco Pirata
Dirección: Andrea Jiménez y Úrsula Martínez

Representación: Teatro Arniches, Alicante 6/11/2024